El Mandaloriano no se quita el casco casi nunca, ya que ello infringiría el estricto código por el que se rige la tribu de guerreros de Mandalore a la que pertenece.

Los Mandalorianos (así como, por supuesto, los cazarrecompensas en general) tienen fama de despiadados y eficaces a la hora de cumplir órdenes. Por eso es tan sorprendente que nuestro héroe manifieste ese repentino afecto paternal hacia el Niño.

La misión del Mandaloriano pasa de cazar y capturar al Niño a protegerlo contra las numerosas amenazas que se ciernen sobre él.